Encrucijadas Del Destino

Ya tengo elaborado todo el borrador de lo que quiero que sea mi segundo libro.
Con fecha 16 de junio de 2011, voy por la segunda corrección, confío en que pronto mi libro lo de por terminado y se pueda exponer algunos capítulos en mi blog.


PROLOGO


Llevaba despierto desde hacía algo más de una hora, era una mañana de principio de otoño y el ulular del viento, hacía que hasta su ventana cimbreara. Quiso asomarse. Tras los cristales, podía apreciar como las ramas de los árboles de su jardín se mecían.
El hombre decidió dar un paseo por su ciudad, se vistió acorde con la estación, aunque no se acompañó de paraguas, el tiempo no estaba tan mal como para esperar eso, lluvia.
Le gustaba andar y a veces en sus recorridos encontraba cosas interesantes que en ocasiones adquiría. Dirigió sus pasos hacía el casco antiguo, en esa parte de la urbe, había tiendas de antigüedades. Lo que buscaba eran cosas que le podrían servir para su trabajo.
No habría recorrido más de quinientos metros, cuando al doblar la esquina, a lo lejos en un jardín, vio que estaban expuestos los enseres de una casa y un gran letrero indicando que se vendían. Por curiosidad quiso acercarse, husmeó a distancia, no quería cruzar la verja, no tenía intención de comprar nada.
Parecía que la ventisca se llevaba las nubes, no existía un pronóstico de lluvia, los muebles no se mojarían. Desde la baranda de separación, divisó un armario alto con las puertas abiertas, viejo, aunque conservaba su textura original. También podía ver una cama con el cabecero de hierro forjado y adornos en dorado, imitación a oro.
Se interesó un poco más, al comprobar que todo era de un estilo clásico y viejo, él no era especialista en antiguallas, pero parecía de la época barroca. Tras ese primer vistazo a la izquierda, dirigió sus cansados ojos a su diestra. Allí se observaban unas mesas con libros y otros menajes de cocinas, todo carecía de valor para ese hombre, pero en un sofá que ocupaba la parte trasera de esos mostradores, en un rincón y en su respaldo, reposaba un cuadro de no muy grandes dimensiones, cuarenta por cincuenta y cinco centímetros aproximadamente. El marco era moderno y feo, y como motivo, un retrato de una mujer desconocida, lo que le llamó la atención era que no estaba pintado en lienzo, sino era un tablero de madera, una capa de barniz hacía que se reflejara y le daba profundidad. Quiso adentrarse para observarlo de cerca, con pasos lentos se dirigió hacia la parte derecha del jardín, una mujer que estaba en el vano de la puerta, lo saludó, él hizo un gesto con la cabeza, como correspondiendo a esa cortesía.
Mientras se acercaba, notó que esa mujer no le quitaba ojo, antes de coger el marco para observarlo de cerca, la miró de nuevo, y ésta gesticuló con sus manos, como dándole permiso, lo prendió por la moldura y le dio la vuelta, la madera parecía estar en buen estado. Había escrito algo que parecía holandés, con una fecha muy borrosa, y un nombre, Margriet, pensó que sería el nombre de la persona del retrato, a quien el pintor le habría dedicado el cuadro. Dando de nuevo la vuelta, abajo a la derecha y casi tapado por el gran marco moderno, unas siglas, "N. Van O.", no recordaba a ningún pintor con esas iniciales.
Se acercó a la mujer, para preguntar lo que pedía. Ella al ver el interés que suscitaba en el hombre esa pintura, le pidió un montante superior a quinientos euros, el individuo lo consideró excesivo y dio media vuelta, pero antes, le hizo una oferta no superior a cien euros. Al final al ver que él se marcharía, y con la premura de vender un artículo que desconocía su procedencia, y que no sabía cómo había llegado a sus manos, aceptó.
El tipo salió del jardín contento y se alejó de la casa con la compra empaquetada en papel, y bajo el brazo.
Esa persona, mientras caminaba de regreso a su casa, pensaba, que debería ponerlo en manos de un experto, no por su valor pictórico, sino por saber la antigüedad de la madera.



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Un domingo por la mañana, poco antes de Navidad. Tras el desayuno, el cabeza de familia, le insinuó sus intenciones a su mujer: –Cariño, me voy a dar un paseo, no tardaré mucho, seguro que antes de la hora de comer estoy de vuelta.
La esposa se asomó a la ventana y viendo el día tan soleado que hacía, le contestó: –¿Por qué no te llevas a la niña?, de esa manera podré hacer más rápidamente las faenas de la casa, el pequeño duerme y no me dará guerra.
A él le gustaba pasear solo, pero accedió a su petición.

Primero, la llevó a un parque infantil muy cerca de donde vivían. Su hija de seis años se montó en los columpios y otras atracciones, que había para jugar los niños.
Después, pasearon por las calles del centro de la ciudad, la niña, se paraba en todos los escaparates, quería todos los juguetes que veía. Sabía de la proximidad de las fiestas navideñas y con ellas, la colmarían de regalos, siempre caía una muñeca parlanchina, y otros juguetes con los que ella se distraía, y algún juego didáctico, para enriquecer su intelecto, su hermano menor, era todavía muy pequeño y no jugaban juntos.
Tras casi dos horas de pasear con la pequeña, volvían camino de casa, y él la llevó por la avenida que normalmente lo hacía. Le encantaba ver las motos en un escaparate, era una afición que desde joven le apasionaba, aunque nunca había tenido una, a pesar de ser poseedor de todos los carnés, era obligatorio en su trabajo.
Allí delante de ese expositor, parado, ensimismado, como hipnotizado por la belleza de esos vehículos de dos ruedas, y sin soltar de la mano a la niña.
Ella le dijo: –Papá, vamos, ya la has visto, quiero volver a casa. Esto es muy aburrido y tengo hambre.
Él, no se había percatado de un hombre más o menos de su edad y estatura, se paró a su lado, el reflejo en el cristal lo hizo girarse, al verlo de frente, se asombró, no podía creer lo que estaba viendo. No podía pensar que eso era cierto.
El otro no se sorprendió, sabía que tarde o temprano, llegaría ese día, conocía de su existencia y vivían en la misma ciudad.
Cuando llegaron a la casa, la niña ya no se acordaba de la persona que se habían encontrado en la tienda de motos. 
Él, le contó a su mujer todo lo que había hecho durante el paseo, aunque no mencionó el incidente.

1 comentario:

Carolina dijo...

No tardes en terminarlo, tenemos ganas de leerlo.
Supongo que "Encrucijadas del destino" es el titulo, la verdad que resulta muy sugerente, espero que como siempre no defraudes nuestras expectativas.
Seguimos esperando....